Tras nuestro primer día de verdad en Rumanía y tras el primer acercamiento a los Cárpatos, hoy nos levantamos con el objetivo de ir a ver osos. ¡Sí!
Con las mochilas hechas bajamos a desayunar al restaurante de la Pensiunea. Vamos con un poco de prisa y le meto algo de caña al camarero. Caracola me recuerda que me lo tome con calma y tiene razón. Aquí es otro ritmo y yo acabo de aterrizar de mi vida de mierda de estrés en Barcelona así que me relajo y me siento a esperar por unas tortillas con jamón y queso. Y su zumo y café. Hay que desayunar como un rey, ¿no?
Revisamos los planes y nada más empezar a mirar nos damos cuenta que tendremos que improvisar. La reserva de osos que pretendíamos visitar solo da pases a las 9, a las 10 y a las 11 para no estresar a los osos. Son las 9:30 y tardamos 1 hora en llegar así que hoy va a ser que no.
Vemos alternativas y Caracola me recuerda que ayer pensamos en ir a ver una cascada que está en los Montes Bucegi, la cascada Ulartoarea que está aquí cerca y es una excursión perfecta de un par de horas entre ida y vuelta así podemos aprovechar antes de ir a ver el castillo de Peles, la visita obligada de la zona.
Con la panza llena y mucho mejor humor emprendemos camino hacia la cascada. Vamos en el coche hasta casi la entrada del teleférico de Bucegi pero seguimos subiendo un poco más con el coche, hasta que empieza la pista forestal. Buscamos un parking (aún se puede seguir un poco más y aparcar incluso más arriba pero claro, eso lo vimos después).
Con la mochila en la espalda empezamos el camino de ascenso. A nuestro lado la explanada que pasa por encima el teleférico esta visitada por paisanos que preparan su picnic a la 11:00 y otros jubilados se acercan al riachuelo con unas hamacas dispuestos a echar la mañana con un libro. Bastante bucólico todo…
El inicio del ascenso hacia la cascada es un poco duro. Los primeros 20 minutos de hacen largos y llegamos hasta donde el camino se empieza a aplanar resoplando. Desde allí comienza un sendero que va introduciéndose cada vez más en el bosque hasta llegar a un pequeño valle que bordeamos por un caminito que transcurre lateral a una de las montañas. La zona es perfecta para que aparezca un oso de la nada y te arranque la cabeza con una de sus zarpas pero gracias a que Caracola va pegando voces y cantando canciones d días monjas mientras da palmas, no creo que haya problema. XD
Como una hora después de camino y 200 canciones después llegamos a la cascada. Sinceramente es una cascada bastante normal pero nos gusta, no por la cascada en sí sino por el camino que es realmente bonito.
Tras la fotos que quedan para la posteridad y descansar unos minutos volvemos a la civilización no sin antes hacer una conexión en directo.
A la llegada vemos que Patricio está malo. Tiene la rueda de atrás muy floja así que tenemos que ir a inflarla pero ya. Intentamos encontrar las presiones en internet pero no vemos que lo encontremos en menos de 2 minutos. Mientras un paisano se acerca y me dice si quiero hincharla en su casa. O al menos eso entiendo yo porque esta hablándome en rumano y obviamente entiendo lo que quiero pero le digo que no se preocupe que me acerco a la gasolinera y me indica que tengo una nada más bajando la cuesta a la izquierda después del supermercado. ¡Muchas gracias buen hombre!
Allí que vamos y nada más dejar el coche junto al cacharro del aire se me acerca el gasolinero y empieza a revisar todas las ruedas y dejarlas hinchadas. ¡Joder que apañados son aquí todos! 2 minutos después estamos listos para volver a la ruta no sin antes darle 10 RON al señor.
Desde allí vamos al Castillo de Peles. Según hemos visto en la guía está cerrado pero el de justo al lado, el de Pelliser (están tal cual al lado así que se pueden visitar los dos a pie sin problemas) está abierto. Pues nada haremos así.
Dejamos el coche en el parking que nos cuesta 10RON (creo que lo puedes dejar abajo pero es una subida larga. Si no puedes ir por detrás y dejarlo en la calle y bajar hasta el castillo sin problema) y vamos andando dirección al castillo de Pelliser para verlo por dentro y luego deleitarnos con el exterior del castillo de Peles.
Nada más empezar vemos el castillo de Peles. Es impresionantemente bonito. Allí es ya en lo alto de una colina con el césped perfectamente recortado. Impresiona. Además leemos que el castillo ha sido utilizado en la época comunista para dar alojamiento a distintos líderes entre ellos Nixon. No está mal el palacete, no…
Dejamos a un lado el castillo y nos acercamos al de Pelliser, mucho más modesto pero igualmente bonito. Es más un palacete y tiene esa pinta de casona alemana. Cuando llegamos a la entrada vemos que está cerrado. ¿Google equivocándose? Pues sí. Cerrado a cal y canto lunes y martes.
Con nuestro gozo en un pozo vamos dirección a Peles y nos llevamos una grata sorpresa. Esta abierto para visitar por dentro así que vamos a coger tickets y realizamos la visita en inglés porque no hay mucho español por allí y solo hacen las visitas guiadas si hay más de 15. Como es inglés europeo no hay problema.
La visita dura como una hora y puedes ver todo el lujo con el que fue construido el castillo para Carlos I de Rumania durante 30 años y con tan mala suerte que el hombre solo pudo disfrutarlo unos meses antes de morir. Por supuesto tenéis muchos más detalles aquí.
La visita merece la pena.
Ya son la 3:30 de la tarde y aún no hemos comido así que buscamos un sitio y terminamos en el Kuib un buen restaurante a las afueras donde comemos muy bien por 90 RON una pizza, pollo tikka masala, dos cervezas y cafés. Todo muy rumano sí, pero muy rico y las vistas son bonitas. A parte el servicio de los mejores que nos hemos encontrado en todo el viaje.
Para finalizar el día de visitas vamos hasta el monasterio de Sinaia al que llegamos por los pelos. Hacemos una visita bastante rápida. El lugar es bonito pero nos deja fríos después del que vimos ayer y sobre todo después de los castillos que vimos hoy.
Con la agenda cumplida nos retiramos a descansar al hotel, Pensiunea Vila Iona (90 RON). Nos cuesta un poco dar con ella porque hay otra con idéntico nombre a donde nos envía Google Maps que menudo día lleva. Tras un par de llamadas llegamos a l casa donde la señora que la regenta nos presenta a su hijo que es el que habla inglés. Nos lleva a la habitación y joder, es la habitación más limpia que hemos visto en mucho tiempo. El baño está impoluto, lo cual por cierto, va a ser una tónica habitual en las Pensiuneas de todo el país.
Tras echar una siesta, leer un rato y demás menesteres nos vamos a cenar a Sinaia que con tanta visita a los alrededores ni habíamos ido. La verdad es que tampoco nos habíamos perdido mucho. Es bonito como cualquier pueblo de montaña donde se esquía pero como siempre, muy poco natural.
Escogemos el Ramayana Café Sinaia que tiene muy buena pinta y acertamos de lleno aunque con comida poco rumana de nuevo. 96 RON por una cena con postres a base de ensalada cesar al estilo de la casa y pollo korma (hoy está la cosa de indios). De postre tomamos cozonac pero al estilo de la casa que lo servían como ilumina especie de buñuelos sobre zumo de limón. No me convenció pero sí a Caracola. En cualquier caso muy buena elección.
Y de ahí la cerramos el día de vuelta a Casa Iona para preparar el siguiente día.
Como siempre, ¡unas fotos!