Amanece un Ambalavao ruidoso, el barullo de los vendedores ambulantes y del mercado reciben nuestra cara de sueño mañanero, empieza a ser duro lo de madrugar todos los días y no veo el día que me pueda dar el gusto de levantarme a las 10h (uhhh las 10h!!).
El desayuno en el Hotel Tsienimparyhi es buenísimo, sobre todo porque el bar del hotel es un pequeño salón de té donde hacen sus propios bizcochos, croissants con chocolate… Etc.. Así que nos pusimos las botas para desayunar y a paso de camaleón fuimos a cargar nuestras mochilas al coche de Joce, que siguiendo su ritual diario estaba sacudiendo y limpiado el coche.
Esto es algo que Joce hace en cada parada, corta o larga. Lo que no es capaz de ver es que por mucho que limpie por fuera el coche, esa rutina es totalmente inútil en un país donde la mitad de la carretera es arena. Pero es su coche, y mientras no nos lo mande limpiar a nosotros, por mi perfecto, aunque a veces que recuerde al padre de «Gloglia», un vecino del barrio, con tanto limpia y brilla.
Mientras él acaba me acerco para ver a los niños jugar en la piscina. La piscina es de esas antiguas de obra, en un lado tendrá unos 5 metros de profundo y en el lado contrario 1m y aun mantiene en pie el trampolín de hierro.
Evidentemente la piscina está vacía de agua, y como puede suponerse llena de escombros, basura y niños jugando en ella. En la parte del trampolín los niños se descuelgan por la barra como si fuera un columpio cualquiera sin plantearse siquiera que un resbalón o una rotura les haría caer mas de 10m sobre el cemento cubierto de despojos varios… ¡Bendita inocencia!
Esto lo hacen en España y hay tres parejas de servicios sociales alertadas por una madre de esas que van de hippies con un niño de 8 años que aun no ha sido destetado. 😜
Algunos niños me saludan al grito de Vazah, los otros simplemente me observan. Es curioso, nos miran como animalejos, nos observan y nos ven movernos, hablar o gesticular pero ante cualquier movimiento brusco se alertan y se alejan rápido, Igual que quien observa a un animal en el bosque.
Tengo una botella de agua vacía, así que siguiendo el ritual, la ofrezco a los niños que me miran fijamente. Las dos niñas que tengo más cercanas huyen despavoridas. Creo que para ellas soy como «el coco albino» con una botella asesina en la mano. Rápidamente una niña baja del trampolín, llega a mi y la recoge. La niña sonríe, porque aquí siempre sonríen.
Cada vez me parece menos raro, el hecho de repartir botellas de agua vacías y jabón. Al principio me sentía mal e incluso avergonzada, pero poco a poco en estos días esa sensación se ha ido disipando y ahora he llegado a verlo como algo útil para ellos. Es una forma de «reciclaje», aunque en este punto aun les queda mucho que aprender…
Los niños recogen las botellas para o bien vendérselas a otros malgaches para su uso como recipiente para cualquier cosa, o para tener que ir menos veces al día al río o a la fuente.
¡Si estos pobres supieran la cantidad de garrafas que nosotros jubilamos al año!
Ya vamos en el coche, La reserva de Anja está a unos 15minutos y se puede venir en taxi brousse también.
Al llegar Joce nos presenta al guía, a pesar de lo que ponga en la guía, el guía no esta incluido, ¡y no te pongas bobo porque no lo está! Lo que si puedes hacer es regatearle el precio desorbitado de 120.000ar por 4circuitos y las entradas incluidas y conseguir 70.000ar los dos por 5circuitos y las entradas, y aún así creo que pringamos dinero… 😊
Sobre mapa son 6 circuitos, el último te lleva arriba de la montaña y se puede hacer en un día, no se duerme en el camino, pero a nosotros ya nos parecen bien los otros 5, que serán unas 4h de camino y que incluyen un view point, paseo por la reserva, flora y fauna, cuevas y tumbas de los betsileos.
Mi rodilla se desencajó en Ranomafana, así que cuando veo las grandes rocas sin camino marcado me arrepiento un poco de haber decidido acompañar a Oru.
Nuestro Guía se llama John (escrito vete tú a saber) y es un hombre bastante mayor, bueno o mayor o castigado por el sol, la arena y la vida regulera de aquí. A su lado, nuestro ojeador y buscador de lémures, yo le voy a llamar Sonrisitas porque no me acuerdo de su nombre.
Sonrisitas va descalzo, y se mueve entre los senderos y las piedras como si llevara las mejores Salomón del mundo, es alto y desgarbado, así como Faemino (Faemino y Cansado) pero negro!
Nos adentramos en la reserva de Anja, a lo lejos a la derecha nos acompaña un lago, este tramo es «liso» no hay desnivel y solo tienes que ir atento a las ramas de los árboles. Delante nuestro, los dos guías se mueven atentos como si de Robison Crusoe y Viernes se tratara.
John nos va explicando TODO lo que vemos, árboles, bayas, frutos, insectos, pájaros… Es un hombre de voz pausada y movimientos tranquilos, que no cansados. El sombrero le da un aire de hombre vivido, pero quizá es solo el sombrero.
Sonrisitas se va apartando con sus pies descalzos y le da la voz de alarma a John, los cattas, makis o lémures de cola anillada están cerca!
Seguimos la dirección de la mano de John y vemos una familia de lémures en el suelo!
Son los primeros que vemos abajo y salvajes (digo salvaje, porque para mi no cuentan los de la cascada, que estaban casi amaestrados para bajar a comer a la «hora del Vazah»), Oru está flipando y se acerca despacito, es decir que hace todo el ruido de comerte una bolsa de triskis a dos manos, pero el cree que es casi invisible y silencioso! Suerte que los lémures son tranquilos y los mono-perro nos miran curiosos mientras siguen comiendo hojas y chupando líquenes.
Cada vez hay mas y estàn mas cerca, en un segundo estamos casi rodeados de lémures que nos miran distraídos y saltan de un lado a otro disfrutando de su bufé libre.
Yo estoy in love total de estos bichos! Tarareo el «yo quiero marcha marcha» del Rey Julien en la peli de Madagascar, pero los bichos ni se inmutan, aunque sospecho que John y Sonrisitas, que no han visto la peli, están pensando que soy un poco «falta».
Fotos y mas fotos se suceden, el hecho de que los lémures no estén incómodos con nuestra presencia nos hace venirnos arriba y estamos como el que pasea con su perro, pero en este caso con unos 20 lémures tragones!
Sonrisitas nos señala algo, en el lateral de un lémur se ve como una colita fina… Es una mami!!!! Mamá lémur acapara todas nuestras miradas, las crías al nacer son incorporadas al cuerpo de la madre, de tal forma que constantemente están amamantando a la cría. Durante un mes desde el nacimiento la cría va abrazada a la madre por la parte de la barrigota, y después de este tiempo otros 2/3 meses en el lomo de su madre.
Como lo fácil ya lo hemos visto, ahora queremos ver a baby-lémur, pero va tan abrazado y es tan chiquitín que no le podemos ver.
Un poco frustrados por no poder ver al baby seguimos nuestro camino.
Sonrisitas vuelve con un palo, y en el palo un camaleón! Lo deja en un árbol para que lo veamos, y el pobre se mueve lentamente y acojonado, no creo que le guste que le hagan fotos… O bueno que le muevan, porque el pobre bicho lento este a lo mejor llevaba 3 días para llegar al árbol del que lo ha cogido Sonrisitas y ahora por culpa del Vazah de turno ha retrocedido y ya no llegará a tiempo a la happy hour de los camaleones. Tampoco son muy avispados, porque mucho giro de ojos, pero a la que le pones un palo delante se suben a el!
Viendo plantitas y pájaros seguimos adelante por un sendero que sin guía no se si se vería. Otra familia de lémures nos espera en unas rocas. Esta vez hay varias mamis que Sonrisitas nos muestra triunfal.
Una de ellas pasa por delante nuestra y lleva a la cría en el lomo, está prácticamente incrustada en su pelaje y mamá lémur no creo que note su presencia, al menos los saltos gigantes que da no lo demuestra.
Otra de las mamis con la cría en la panzota se nos sienta en una roca casi al lado y podemos ver al baby lémur que no creo que se mas grande que la palma de mi mano.
El baby también quiere su segundo de gloria y gira la cabecita, será enano pero los ojos ya son igual de vivos y avispados que los del resto de los lémures adultos.
Uy que susto!! Un lémur me acaba de pasar por el brazo saltando de una rama a otra y otro par de ellos caminan airosos siguiendo a Oru por el sendero.
Seguimos flipando entre unos y otros y parece ser que son dos familias diferentes. John nos explica que no son agresivos (algo ya me había olido lince malgache mío!), pero que pelean a puñetacitos (esto no es exactamente así, pero yo lo entendí como me dió la gana y me hace gracia pensar en ellos pegándose pequeñis puñetazos con esas minúsculas manos que tienen ☺️) cuando otra familia se mete en su zona.
También que son monógamos por regla general, que son sociedades matriarcales y que no les mola nada el agua, así que en época de lluvia se van a vivir a las cuevas de la zona y salen solo un ratito para alimentarse.
Empezamos a ascender por unas grandes rocas, que parecen un infierno para subir, pero que una vez encima son muy practicables.
Sonrisitas y yo vamos detrás y el hombre va ofreciéndome su mano rugosa en las zonas más difíciles, que hombre mas entrañable!
Ya casi en lo alto John nos dice que subamos al mirador, que no es difícil y que hay una cuerda para agarrarte y poder subir formando un ángulo de 45ºC con la roca.
Yo he dicho que no, aun me quedan varios días y no quiero acabar cojeando. Oruga duda unos instantes, pero John le dice que se anime que no es complicado.
Este chico no conoce el miedo y al final va a subir animado por un entusiasta John.
Me dice que si no quiero subir no pasa nada, que me vaya con Sonrisitas por otro lado y que nos encontramos a la vuelta. Me gusta Sonrisitas así que no me opongo y emprendo camino con el por en medio de otra cueva y subiendo unas cuantas rocas grandotas.
Yo voy hablando porque creo que algo de ingles entiende, pero de repente le veo mirándome flipado, en plan esta niña no calla o qué? Y le pregunto si habla ingles. No.
Francés? No.
Malagasy? Si.
Uy pues si que nos vamos a entender bien!!
Al fin llegamos a un claro y Sonrisitas me indica que me siente a esperar. Me doy una vuelta haciendo fotos y comienza nuestro lenguaje de signos.
Parece que nos entendemos!
Para cuando llega Oru yo ya sé que lo que tengo arriba al lado es una tumba betsilea y que matan un cebú para comérselo en el funeral del difunto y que dejan el hueso de la cabeza del cebú allí delante como símbolo de protección.
Que en este lado no hay lémures, que las arañas son grandotas pero no venenosas y que las serpientes están presentes solo en época de lluvias.
También le pregunto que si no se raja los pies andando por las piedras y el bosque sin zapatos, y el me dice que no y que así camina mejor por la piedra como los lémures.
Pues no está mal para no tener yo ni idea de malgasy y el ni idea de español!!
Bueno, y como estábamos Sonrisitas y yo solos tampoco hay nadie que pueda llevarme la contraria, así que… 😋
Oru vuelve de la cima con John, viene contento y dice que lo de la cuerda era casi de boquilla, que se sube perfectamente y que no hacen falta los equilibrismos. Pues vaya!
Esta vez al menos vuelve sin marcas, ni pupas, que ya es mucho.
Sentados frente a una de las tumbas John nos explica lo mismo que me ha dicho Sonrisitas pero aliñado.
Los Betsileos eran unos señores que vivían en aquella zona, habitaban las cuevas y los bosques de Anja, pero como buenos humanos se les empezó a ir la mano con las materias primas y comenzaron a deforestar la zona, así que los lémures empezaron a irse a zonas mejores.
Un rey betsileo convenció al pueblo de que salieran de Anja y se establecieran cerca (lo que más tarde serían Ambalavao y alrededores). Los nativos accedieron y poco a poco Anja fue mejorando, así que los lémures volvieron. Y así todos felices y comiendo perdices.
Todos excepto los que se murieron, que esos no estaban tan contentos o al menos el rigor mortis no les dejaba sonreír y parecían tristones.
Los que murieron mientras vivían en Anja fueron enterrados en las cuevas. La forma de darles sepultura es muy parecida a la peruana.
Los amortajaban en telas de seda de la de mejor calidad, y les subían a lo más alto de la cueva, tapándoles con piedras. De tal forma evitaban los asaltos de ladrones en busca de las telas de seda.
Y lo dicho, en cada entierro se mataba un cebú, que además de estar muy ricos también creían que eran animales protectores.
(Sonrisitas me lo había explicado requetebién y yo lo había entendido bien, así que me lo he pedido de pareja para el «Party»!)
Allí estuvimos un rato hablando sobre la situación política del país, de como están gobernados por una clase política más corrupta aun que la española, de modo que casi no llega un duro para la clase mas baja.
Y nos estuvo contando como su amigo español, «Sergi» de Índigo viajes fue el que le ayudó a poner en marcha las visitas de Anja, ya que al no ser un parque nacional sino una reserva no recibía ni un ariary del estado, y se mantenía con las entradas y las rutas.
Oru, John, Sonrisitas y yo volvíamos como los trotamusicos, no sin antes hacer una parada en una cueva enorme que es donde una familia de lémures pasa la época de lluvias.
Allí vemos como se distribuyen, la matriarca de la familia delante en una roca grande para ella sola y desperdigados por el resto de la cueva los otros lémures de la plebe.
John nos cuenta que aunque no pueden asegurarlo porque no se ha conseguido estudiar bien, creen que los lémures entierran a sus muertos, porque nunca se encuentran huesos de lémures. 😳
Puede ser, aunque también puede ser que las boas, que son sus únicos depredadores, los encuentren y se los zapen. O que sean inmortales y no mueran… Puestos a divagar…
Nuevo camino, nueva familia de lémures Catta, que monos son por dios!!
Felices como dos perdices avanzamos para salir de la reserva. No esperábamos demasiado de ella y la verdad es que nos ha gustado y muchísimo!!!
Nuestros guías se merecen una propinita y así ya estamos todos mas felices!
Tenemos la comida reservada en el bar-restaurante de la entrada. Cuando llegas la puedes reservar y así cuando sales no tienes que esperar mucho.
No me acuerdo del nombre, pero es el primero que está a la derecha entrando hacia el parque y NO es nada recomendable.
Es carete para la mierda de comida mal cocinada que dan. Así que si vais es mejor que chupéis la arena del suelo hasta que se os pase el hambre, y continuéis vuestro camino hasta un lugar mejor donde alimentaros. (Oru se puso malito de la pancha y creemos que el pollo al coco tuvo mucho que ver, yo comí engruten de arroz con verduras insípidas, bañadas en 1kg de pimienta con mucho pepino y mucha col para que estuviera aun mas bueno todo! 😖)
Jose ha sido informado de este pequeño traspiés en su elección de restaurante, y nos dice que ya no llevara a mas gente allí. Que antes se comía muy buen, pero que cambiaron los dueños y no vale la pena.
Nos quedan 4h hasta Ranohira así que tenemos que ponernos en marcha!
Abro el ojo tras una siesta de caracola dormilona y veo a Oru enganchado sin piedad al libro de Domingo Villar.
Me pego a la ventanilla como en cada viaje me convierto en una especie de perrillo silencioso pegado a la ventanilla.
Al atravesar un pueblo entramos en caravana, qué raro… De repente una multitud vestida de diferentes colorines, cantando y bailando aparece en la calle, parece una fiesta, una celebración grande y ambos pensamos inmediatamente en un entierro.
Joce nos aclara que es la celebración de la circuncision de un niño y que si nos fijamos en medio del circulo que se ha formado entre cantos y bailes podemos ver que llevan al protagonista a hombros.
Cierto, allí está, un niño de un añito o poco mas es llevado a hombros por el que parece ser su padre.
No me quiero ni imaginar la fiesta que montaran cuando El Niño «pierda su flor» 😂😂😂
Este viaje es un viaje de personas, no de grandes monumentos, de observar y sentirte observado. Y así mirando cada poblado, cada juego, cada vendedor o mecánico, cada lavandera del río o a los niños correr descalzos entre la carretera y las terrazas de cultivo, pasan casi tres horas y empieza a caer la tarde.
La llegada a Isalo se anuncia con grandes llanuras casi desérticas apenas unos árboles y mucho mucho muchísimo terreno quemado, algo demasiado normal aquí.
En una de nuestras paradas para el toilette le preguntamos a Joce, y nos dice que la gente inconsciente y en muchos casos borracha es la que quema la gran mayoría de los terrenos. 😡
Isalo parece un pueblo grande, pero con el mismo atractivo que las anteriores ciudades que hemos visto: ninguno.
El hotel que nos ha elegido Joce para hoy es muy grande y está en proceso de reforma, Hotel Orchidee de l’Isalo, y como viene siendo costumbre desde que estamos con Joce nos enseñan las dos habitaciones, la cara y la barata.
Al ver la cara Oru se ilumina, la verdad es que esta genial y es muy nueva, pero le quito la alegría del cuerpo, porque estamos en modo ahorro y para estar 6h en la habitación durmiendo no nos hace falta mas que que la barata este limpia.
Oru me clava la mirada y se enfurruña como un niño, pero a mi me da igual, me he vuelto inmune! 😇
La habitación barata (38.000ar) está bien, es grande, está limpia y es correcta.
La ducha y el lavabo están en un lado y el water en otro, el agua corriente tiene presión y además hoy tendremos agua caliente. Uhuuu!!!!
Oru sigue enfurruñado mientras hago algo de colada, que ya no nos quedan mas vueltas que darle a nuestra ropita interior (Caracola&Oruga cochinotes) y seguirá un rato mas, porque ha idealizado la jodida habitación y solo le falta decirme que quiere la otra habitación porque las Biblias están mas nuevas allí!
Por cierto aquí en cada hotel hay unas estupendas Biblias en francés y malgache, ya sea el hotel mas cutre de todo Madagascar. Porque en water-agujero en en suelo no se gastan un duro, pero Biblias de encuadernación fea, las que quieras!
Con un invento a lo Macgiver bajamos a tender nuestra ropa, casi no da el cante! Hay unas cuantas toallas de hotel de colores neutros dispersas por las cuerdas del tendal del hotel y algunas en el césped (césped digo! A veces soy hasta buena) que han sido arrastradas por el fuerte aire. Allí entre tanto tono pastel se encuentran nuestra ropa interior de rosa, azul, negra o con dibujitos. Seguro que nadie sabe que han sido los Vazah los que han incumplido la regla de no lavar en la habitación
Para que Oru se desenfurruñe me lo llevo a dar una vuelta, yo quiero ver algo del feo pueblo, pero el cielo, azul oscuro, morado y rojo del lado contrario nos llaman mas. Nos adentramos un poco en lo que luego descubriremos que es la entrada al recinto del Parque Nacional de Isalo.
Ya es de noche y atraídos por la wifi y un poco hasta las orejas peludas del lémur de sentir los ojos de los «Isaleños» en el cogote nos acercamos a nuestro hotel para al fin conectarnos a una wifi después de más de 5 días, tomarnos un par de THB (Three Horses Beer), arreglar el mundo y zamparnos unos espagueti boloñesa (11.000ar) con carne de cebú que estaban tremendos!
No hay mas que 6 o 7 Vazah en todo el pueblo, y todos están cenando en nuestro hotel atraídos por la única wifi pública del pueblo. Ya no somos nadie sin fardar en el Facebook! 😈
Buenas noches!