Nos despertamos acalorados y tarde, como a las 9 de la mañana. No tenemos prisa porque Max tiene que ir a a comprar para los próximos días de camping, así que nos dice que salimos a las 10:30. Por lo visto este es un pueblo de vagos y maleantes pues debe ser el único sitio de Madagascar donde la gente no está ya en la calle a las 6:00 de la mañana.
Ademas nos ha pedido que aprovechemos y compremos algo para hacer un picnic porque así ahorraremos tiempo en el camino por salir tan tarde. ¿Pero que me estas contando tio?
Madruga tu y ve a comprar lo que necesites antes y de paso compra la comida porque es parte de lo que hemos pagado. Aquí, en este país, y no lo digo solo por esta situación, a la que te descuidas te intentan timar. Como cuando fuimos a comprar chicles y cuando vamos a pagar lo que esta marcado dice que es mas, que eso es para todos los demás chicles menos esos. Pues ahí te los quedas. Que el turismo lo hemos inventado nosotros y a mi no me da pena la gente que tima.
Aunque no estabamos nada de acuerdo con el tema picnic porque supuestamente es una comida que deberian pagar ellos, nos vamos al mercado en busca de algo de comer para evitar el riesgo de quedarnos sin comer hasta le cena.
Yo que soy un poco ansioso con el tema horarios le meto prisa a Caracola para poder desayunar así que como se harta, decide llevarme a por un cafe para que deje de dar la murga y claro, le digo que tenemos que ir al Mad Zebú.
Al llegar nos encontramos a Mikel y Mónica que están tomando un cafe con un par de buñuelos que han comprado en frente. Mientras yo espero por el cafe, Inma y Mikel van por unos cuantos mas. Serán nuestro desayuno y nuestro picnic.
A las 10 ponemos rumbo al hotel para recoger al resto y cargar nuestras cosas para salir en busca del Tsingy. Guillem nos confirma que el camarero de nuestro hotel es un autentico lacio que cierran el desayuno a las 9 de la mañana. Y nuestro guía Max, luciéndose de nuevo pues no nos ha avisado para variar. ¡Otro punto para el guía del año!
Partimos rumbo a Tsingy cuando Max nos informa que finalmente compró algo para el picnic. Nosotros que apenas habíamos comprado unos buñuelos no nos fastidio mucho (al menos de momento). Guillem y Soraya que habían comprado hasta una cesta para llevarlo lo mismo estaban mas molestos. Luego vimos que eran 3 latas de sardinas (1 por pareja) pan y unos platanos. ¡Ole tu polla Max! En fin por lo menos tendremos algo mas para comer.
El camino transcurre entre la tierra de la carretera, que ha convertido las hojas de los arbustos laterales en naranja, y los baches que nos hacen saltar de un lado para otro. Hoy voy yo atras y la verdad que no es muy comodo. Decido hinchar la almohada hinchable para ponermela en el culo y al poco rato compruebo que esta completamente deshinchada. No aguantó tanto trote..
En el camino paramos para el picnic aunque solo hace hora y media que salimos. Debe ser por eso que Max compro poco, porque no íbamos a tener mucha hambre.
Al instante aparecen unos niños de no se donde. Nos acompañan pidiéndonos sardinas. A todos se nos cae el alma al suelo y les hacemos un bocadillo para cada uno y les damos algunos plátanos. En realidad se me hace bastante complicado saber como reaccionar en estas situaciones. La mayoría de los niños apenas ven un Vazah se acercan para pedir un bombón, una galleta, botellas de plástico o cualquier otra cosa. Sin embargo es la primera vez que nos piden comida directamente. En esta ocasión como digo no dudamos mi un segundo, ¿pero realmente es bueno darle a los niños golosinas, o cualquier cosa que pidan? Está claro que no sería lo mejor, pero qué hacer ante un mundo donde no hay de nada y los gobiernos, podridos hasta la medula se han encargado de llevar la miseria a lo mas profundo del africano lo que les ha transformado en personas sin nada que reaccionan ante cualquier mínima posesión guardándolo en lo mas profundo de su colchón. Pero solo aquello que no se han visto a compartir con su familia, y hablo de hermanos, primos de los primos y todo el clan al que pertenecen. Si te va bien a todos les va bien. De esa forma, como podrá funcionar un gobierno donde el ministro tiene a 30 familiares que han llegado de las aldeas mas remotas a ocupar y compartir la casa sin permiso alguno? Como leo en Ébano, antes que sacar al africano de la miseria, habría que sacar la miseria del africano.
Con la conciencia de aquella manera seguimos nuestro camino a Bekopaka, el pueblo mas cercano al parque nacional del Tsingy. El camino es una pista de arena donde no puedes dejar de saltar de un lado para otro.
Como a las 3 de la tarde llegamos al camping. Tenemos que atravesar de nuevo el Tsingy con una barcaza. Esta vez nos quedamos flipados porque ¡no hay motor!
Una cuerda y unos hombres en la orilla opuesta son el único mecanismo para cruzar el río.
El campign es mas bien un cesped con un bar al lado y unos baños insoportables y por supuesto sin ducha. ¡Está claro que no compartimos conceptos! ¡Menuda decepción! Y lo es aún más cuando vemos en la guía que el que había justo en frente está mucho mejor. La diferencia de precio era de 1 a 4 €. Esto nos toca las narices bastante la verdad. Esta agencia es rata, rata.
Tras soltar las mochilas y mientras Max y el resto montan las tiendas decidimos ir a ver el pueblo de Bekopaka que esta a 2 kilometros por la misma carretera de tierra y piedras que hemos ido durante todo el camino.
Mientras vamos caminando Caracola y Mikel empiezan a hablar con uno de los niños que va con su madre a la que le preguntamos si hay camaleones. En 2 minutos nos esta metiendo por los laterales del camino y como si nada llega a uno de los arbustos donde podemos ver nuestro primer camaleon de cerca, cerquisima.
Con un palo, empieza a hacerlo salir del arbusto de espinos y lo recoge para enseñarnoslo a unos centimetros. Por supuesto cuando terminamos nos pide la propina, que se la damos gustosos.
Se nos hace de noche mientras continuamos en dirección al pueblo. Es verdad eso de que aquí los amaneceres y anocheceres duran unos pocos minutos así que solo llegamos hasta el primer hotel a las afueras del pueblo que vemos que tiene piscina y decidimos volver a la zona del camping donde ya tenemos la cena preparada.
Como estábamos mosqueados con el tema del camping miramos en la guía el precio: 17€. ¡Joder Max, que nos hemos dejado una pasta! Después de 3 días de canoa te podías haber marcado un detalle.
Tras la cena continuamos de charla bebiendo cerveza y el dueño del «restaurante» enciende una tele dd los años 80 y empieza a poner videos musicales malgaches.
Al instante todos los habitantes de la zona están rodeándonos mirando la tele como si nunca antes hubieran visto algo así.
Nos cambiamos de mesa para que lo puedan ver mejor y Max de acerca para proponernos un juego rollo «marcianito numero 1 a marcianito numero 3» en el que si perdemos nos ponemos a bailar y a ello que nos ponemos. Perdemos todos por supuesto y Caracola se harta de bailar con las niñas de allí.
Cuando ya estamos un poco cansados, Max nos dice que si queremos ir a un cabaret en el pueblo de al lado.
¿Un cabaret? ¿Y eso?
Al final resulta que se refiere a una discoteca. Aunque no estamos muy animados de decidimos que por lo menos molaría verlo así que nos montamos en el coche con un Max ya perjudicado, el chofer, un amigo y 3 mas que van en el techo.
Como 10 minutos después estamos en la puerta de una caseta donde dentro suena a toda leche los grandes éxitos malgaches que hemos escuchado hasta la saciedad en la canoa.
Pedimos unas cervezas y Max sale a la pista con sus amigos. Está desatado. Creo que ya había bebido algo más antes de ir a vernos. Lo mismo el ron con el que flambeo los plátanos del postre se la terminó directamente él.
Tras un rato de baile con Caracola dándolo todo y yo falto de la barra donde habitualmente me ubico terminamos sentándonos con Mikel. El resto están allí bailando con los malgaches del pueblo. Lo más curioso es que aquí no bailan las mujeres. El «cabaret» es mas bien un campo de nabos y los que están en la pista son solo tíos. De vez en cuando sale alguna chica pero, casi nada.
Ademas la forma de bailar en la mayoría de los casos consiste en hacer una conga donde el primero va indicando la forma de hacerlo y el resto le sigue. En verdad es que bailan muy bien.
Como a las dos horas decidimos que ya es hora de volver pues mañana nos espera un día largo en el Tsingy y tenemos que levantarnos bien temprano.
Le decimos a Max que se quede pero no hay manera así que volvemos al camping los mismos que nos fuimos y nos vamos derechitos a las tiendas. ¡Mañana vamos de escalada!
5 respuestas a «Día 7. Belo Tsiribihina – Bekopaka (Tsingy)»
Hola. Un placer volver a viajar con vosotros.
Una pregunta: ¿El libro es de Vázquez-Figueroa?
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Hey! Gracias a ti por seguirnos! El libro es de Kapuscinsky
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Mola el camaleon, veo que este viaje es muy diferente a todos los que habeis echo, o eso parece visto desde aqui.
Aunque los medios son escasos parece que estais disfrutando mucho, seguir contandonos que nos mola mucho leeros.
besitos
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Hey! Gracias por el comentario! La verdad que Africa es lo mas diferente que hemos visto hasta el momento, sin duda! Pero el viaje es impresionante con tanta aventura. Ahora que pasamos al modo guiri para ver si descansamos un poco hasta casi que se echa de menos…
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[…] que se sube al coche. Nos parece un poco raro después de la amiga de antiguo conductor que nos llevó en la antigua ruta y nos preguntamos si no será una puti que se ha pillado Joce. Más tarde confirmaríamos que al […]
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