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África Madagascar (2015) Viajes

 Dia 6. Belo Tsiribihina

A mitad de la noche me desperté por causas mayores y le pedi a Cuaracola si me acompañaba. Salimos de la tienda cuando eran como las 3:30 de la madrugada. El silencio dominaba el paisaje y el cielo estaba plagado dd estrellas.
Tras cumplir el protocolo noa quedamos 10 minutos mirando con la boca abierta. ¡Espectacular!

A las 6:00 nos levantamos para desayunar y ponernos en marcha en nuestro ultimo dia de canoa. No me apetece nada la verdad. El dia anterior ya fue largo suficiente y otras 4 horas que serian 7 metidi en una canoa, no es lo que mas me apetece.

Huelo mal, la verdad. Creo que despues de 3 dias untado en crema para el sol y anti mosquitos combinado con el sudor y la tierra han creado una pelicula brillante en mi piel que estoy deseando eliminar. Por suerte, hoy llegaremos al camping donde unas duchas nos estarán esperando.
Tras el desayuno tradicional malgache para turistas con sus tostadas y huevos fritos, nos ponemos en marcha muy temprano para lo que será la ultima etapa de nuestro descenso por el Tsiribina.
Para todos aquellos que os animéis tengo que deciros algo. Tres dias es demasiado. El paisaje en la canoa es bonito sobre todo al final del primer dia y el inicio del segundo. El resto es bastante monótono.
El silencio es espectacular y es bastante bucolico el poder ir leyendo un buen libro como Ébano (gracias Dani por la recomendación) mientras atravesamos África.
La verdad es que al principio te imaginas un poco rollo explorador que va en canoa a conquistar a los pueblos salvajes. El medio de transporte, el paisaje con su río completamente marrón y los saludos de los habitantes cada vez que pasamos por delante de sus aldeas, ayuda enormemente a la sensación. Pero el tercer día estas harto. Tu culo esta plano y no sabes donde meter las piernas. El calor infernal y la falta de sombra y sobre todo brisa, no ayuda demasiado.
Tras cuatro horas de travesía con una breve parada en la que casi nos dejamos a dos de nuestros compañeros de ruta, llegamos hasta una aldea de nombre impronunciable donde nos sentamos bajo un árbol a comer.
Como siempre los habitantes de la aldea nos rodean en un instante y Mikel saca unos caramelos del bolsillo que se pone a repartir a los niños mientras llega la comida que Max fue cocinando en la canoa. Hoy repetimos, pasta con verduras y ensalada de pepino.
Al terminar salimos en dirección a Belo Tsiribihina en el 4×4 que nos acompañara en los próximos días. La verdad que no tiene muy buena pinta. Entramos justos y incluyendo a Mikel y Max que ocupan los dos asientos del maletero.
Durante una hora y media conducimos por una «carretera» de tierra llena de baches. Los primeros baobabs empiezan a aparecer a los lados de la carretera al fondo. ¡Me los esperaba más grandes! Cuando le pregunta Guillem al conductor nos dice que esos son los jóvenes. Los milenarios son mucho mas grandes.
Tras pegar botes y más botes en la carretera llegamos al ferry que nos llevará a nuestro destino final tras 30 minutos de travesía. Expliquemos bien esto; el ferry como tal es un ferry tipo de los que vimos en Perú y Bolivia. Una barcaza donde se suben los coches y las personas sobre una superficie de madera agarrada a dos motores de los años 50 que hacen un ruido estrepitoso. Para subir al ferry el coche tiene que bajar una cuesta de arena bastante pronunciada y mediante dos escaleras de hierro que tienen pinta de pesar media tonelada cada una acceder a la barcaza. La tarea no se muestra muy fácil la verdad. Una vez subido el coche los pasajeros subimos rápidamente atravesando las mismas escaleras. Parece que nos vamos, cuando el barco empieza a moverse y a rotar sobre si mismo, pero no. Aparecen unas mujeres mayores como gritando para que paren y en lugar de echar marcha atrás s, giramos sobre nuestro propio eje y como ya no coincide con las pasarelas, para parar estampamos el barco contra los márgenes es del río que deben tener como 3 metros de altura. Ahora hace falta maniobrar y como parece que el barco no va marcha atrás unos 3 o 4 hombres empiezan a empujar el barco, literalmente hablando. ¡Todo el grupo está flipando!
La travesía no se hace larga y a la media hora llegamos a nuestro destino final donde cogemos el coche para acercarnos al hotel. Ésta vez nos alojamos en el hotel KALIBO. No tiene buena pinta pero la verdad que no parece haber nada mucho mejor en la ciudad.
Las habitaciones son básicas, tanto que la nuestra no tiene tapa en la taza del water. Un ventilador mal colocado (está en un lado de la habitación y el ventilador en el lado contrario) y una silla completan el resto. Y por supuesto ¡una ducha!
Creo que me tiro como 20 minutos en la ducha quitandome todo el polvo acumulado. Cuando Gemma me decía que lo mas diferente que había visto era África sobre todo por el tema infraestructura no sabía a que se refería. Aquí una ducha puede ser un auténtico lujo. No lo aprecias hasta que no te ves en la situación.
Por fin mi limpios salimos en busca del resto del grupo. Mónica al verme de espaldas me pregunta en inglés. ¡No me había conocido!
El resto están ya en el restaurante enganchados a la wifi para dar señales de vida a la familia y Guillem nos cuenta que ha preguntsdo para cenar y que el tipo no es muy agradable y le ha dicho que si queremos cenar tenemos que ir pidiendo. Tras dar señales de vida a la familia, dejamos al resto del grupo y vamos dando una vuelta mirando opciones para cenar. En uno están sentados los italianos y la verdad que tiene muy buena pinta: MAD ZEBÚ.
Regresamos al hotel y vemos en Trip Advisor que por lo visto el restaurante es muy bueno. No, aceptable sino muy bueno. La gente dice que de los mejores si no el mejor que probaron en toda su estancia en la isla. Así que animados vamos para allá. De camino, nos encontramos a Max y nos dice que son todos mas o menos igual. Me temo que este hombre no controla nada del tema…
La cena, en mi opinión fue realmente muy buena. ¡Alta cocina en un pueblo perdido de Madagascar!
El restaurante dispone de menú (36.000 Ar) o medio menú (26.000 Ar).

De primero nos ponen un aperitivo compuesto por una mini albondiga con un salpicon de cebolla, tomate, piña y cilantro presentado en una copita de coñac. Muy rico.
De primero compartimos una croqueta de pato sobre crema de zanahoria. Nos quedamos flipados de la presentacion y la calidad.
De plato principal yo pedí solomillo de Zebú que viene acompañado por arroz, y compota de manzana. Caracola se decide por el codillo y cuando esta comiendo vemos como corta la carne con el tenedor. Mi solomillo esta al punto de verdad. Muy sabroso. Ambos muy buenos.

De postre compartimos una mouse de chocolate con helado de vainilla de madagascar. El mouse falla bastante, demasiado dulce. Guillem que habia pedido flan, viene con helado de albahaca sue está tremendo. Una magnifica cena por 26.000 Ar por cabeza (unos 9€)
Satisfechos por la ducha y la cena volvemos camino al hotel mirando la enorme luna en un cielo inundado de estrellas. Hoy ha sido un buen día.

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