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América Chile (2014)

Día 7. Santiago – Punta Arenas

¡Buenos días excursionistas maratonianos!

Hoy nos levantamos a las 5:45 para coger un Transvip que habíamos reservado por la noche para que nos venga a recoger a las 6:30. O eso creíamos nosotros.

Nos levantamos tranquilos pero sin prisas después de dormir en la habitación más fría del mundo. Joder, yo casi no pude pegar ojo, bajamos a por el desayuno que está bastante bien. El sitio como tal, Hostal El Raco, hay que decir que no esta mal pero también que no merece la pena. Además el barrio es bastante chungo y la señora, en fin… Ya pudisteis leer las crisis en el post anterior.

Salimos a la calle a las 6:20 y nos parece raro que no esté el transfer pues la vez anterior ya estaba y además esta, para no liarnos habíamos pillado el servicio exclusivo que solo nos recogía a nosotros PR 18.000 pesos.

6:30 y no hay nadie. Les mando un email. Preocupadillos.
6:35 no hay respuesta. Les mando otro email. Mosqueadillos.
6:40 les intento llamar pero no consigo que me cojan el teléfono. Nerviosos a saco
6:45 suena el teléfono en el hostal. La nochera me llama y dice que es para mi. Cojo el teléfono y un tipo me explica que la reserva era para el día siguiente que así estaba en el Mail que me enviaron. Acojonadisimos.

El tipo me explica que la chica debió entenderlo mal y que no tienen coches hasta dentro de 40 minutos. Le pregunto que qué hacemos me dice que cojamos un taxi y que sí nos cuesta más que nos pagan la diferencia en el mostrador del aeropuerto.

6:50 salimos hacia una calle principal que nos indica la nochera donde pasan taxis. No pasa ni uno. Pánico.

Un tipo que nos ve nos dice que no es ahí que es en la esquina opuesta de la plaza. La nochera, sin duda, ¡se ha cubierto de gloria!

Salimos corriendo y a los dos minutos paramos un taxi. Le decimos al conductor que nos lleve al aeropuerto – Todo lo rápido que puedas – le indica Caracola. Tenemos el embarque en 30 minutos.

El taxista sale follado y nos lleva adelantando a todo dios por mitad de la ciudad y cuando encaramos la autovia le pisa a saco. Caracola debe estar ultra nerviosa pues ella odia correr y no dice ni mú.

25 minutos después estamos en la puerta del aeropuerto. ¡Reto conseguido!

El taxi nos cuesta 12.800 y le damos 14.000 por la carrera. ¡Nos ha salido hasta mas barato!

Miramos nuestras tarjetas de embarque que habíamos sacado el día antes en el mismo aeropuerto y vemos que el embarque es a las 8. ¡Nos da tiempo hasta a tomarnos un café!

A las 8:30 despegamos con destino Punta Arenas. ¡Ole!

Es un vuelo un poco raro porque hace parada en Puerto Montt donde se baja gente y sube otra. Como sí fuera un autobús de línea porque los que seguimos ni bajamos del avión.

Pasamos el vuelo prácticamente sobando excepto para desayunar. La verdad que las aerolíneas de aquí están bastante bien. De hecho esta vez estamos volando con SkyAirline y no tiene nada que envidiar a LAN en lo que a servicio se refiere. Obviamente los aviones son más pequeños y antiguos pero es normal pues prácticamente sólo hace vuelos nacionales.

Llegamos a Punta Arenas en un aterrizaje de película. El avión va dando unos tumbos acojonantes. El viento sopla muy fuerte aquí y se nota en el avión que va un poco de lado a lado.

Tras recoger nuestras cosas vamos en busca de un transfer a la ciudad que cuesta 3.000 por barba. Como vamos con tiempo salimos a tomar un café y mientras se nos acerca un taxista y nos dice que nos lleva por 8.000. Le digo que estamos esperando por el transfer que nos cuesta 6.000. Me dice que OK y entra al aeropuerto.

Mientras Caracola y yo comentamos si merece la pena directamente pagar al taxista y que nos lleve directos, total por 2.000 pesos (unos 3€) aparece el taxista y dice que nos lleva por 6.000. ¡De coña!

De camino a Punta Arenas nos va contando sobre las costumbres de la región de Magallanes, como han estado abandonados hasta hace apenas 5 años y sobre el sentimiento de tener que cuidar de ellos mismos pues Chile ha pasado de ellos hasta hace nada. Ahora dice que están más contentos. Luego leeremos que realmente la región fue prácticamente formada por inmigrantes croatos (en la época yugoslavos) y posteriormente fueron llegando de otros países de Europa del este así, como no, ingleses.

La economía comenzó a florecer tras un «experimento» por parte de uno de los emprendedores cuando decidió criar ovejas. Le fue tan bien que al poco tiempo había 10 veces más ovejas que habitantes.

Después vino la pesca y la minería y de hecho ahora es una de las principales fuentes de petróleo, gas y carbón del país. Tanto que, nos comentaba el taxista, cada día llegan mineros del norte a trabajar aquí. Y curiosamente también un montón de hindus que están manejando el comercio y restauración cada vez más.

Nos va enseñando la ciudad y comentándonos las cosas que ver. Y nos dice, una de ellas es el viento.

– Mañana anuncian vientos de 120.
– ¿120 kilómetros por hora?
– Si, claro – nos dice como sí fuera lo más normal del mundo – Aquí, en invierno, puede llegar a 200.

¡Flipalo! ¡200 kilómetros por hora!

– Hay que tener cuidado como se aparca el coche porque sí abres la puerta a favor del viento, se la puede llevar volando. Ya ha pasado varias veces, sobre todo a turistas.

¡Coño! ¡Ahora entiendo la fama del Cabo de Hornos! ¡Hay que ser un puto tarado para querer hacerlo en barco!

Le damos al taxista 7.000. Se lo ha ganado :)

El hostal, La Estancia, esta en pleno centro. Llamamos a la puerta y nos ante un tipo que parece un poco perdido pero rápidamente ve nuestra reserva y nos indica nuestra habitación.

El hostal parece que está en obras como sí estuvieran terminándolo y el chico nos indica que están remodeladolo

– Ya sabes los edificios antiguos es lo que tienen. Empiezas por una cosa u te salen 3 más.

La verdad que es muy acogedor, todo de madera, y lo que están montando tiene un pinta excelente.

Arriba, donde están las habitaciones hay un hall enorme que distribuye las 5 habitaciones y los 2 baños y una gran estufa que hace que todo este vale tuyo. Realmente parece una cabaña de montaña. Muy bonito.

Nos acompaña a nuestra habitación. Nos ha dado una triple.
– Así estarán más cómodos – nos indica. Aunque son tres camas separadas, la habitación es enorme, da a la calle principal y está muy calentita. Nos gusta mucho :)

El chico, al que finalmente no preguntamos el nombre así que va a ser el chico a partir de ahora, nos pregunta que planes tenemos. Le decimos que solo nos quedamos una noche y que mañana vamos a Puerto Natales para coger una excursión a Torres del Paine. Podíamos haberlo hecho desde aquí pero bueno, así vemos Puerto Natales también.

Nos empieza a explicar donde podemos comer y qué ver principalmente en la ciudad si solo vamos a estar un día y luego nos cuenta también sobre que hacer en Puerto Natales, pues hay un día que teníamos ahí como de comodín y no sabíamos sí volver a Punta Arenas o quedarnos allí.

Nos habla de un pueblo cercano, Cerro Castillo, donde es súper típico para pasar las Fiestas Patrias y nos recomienda visitarlo. También nos dice que recomienda que cuando la gente ya empiece a ponerse fina que nos marchemos por sí sentimientos antiguos empiezan a salir a flor de piel. Manda huevos. ¡Hace 300 años de eso! Una prueba más de que el 90% de la humanidad, es gilipollas. En cualquier caso el chico es súper amable y nos sirve para mucho todo lo que cuenta.

Con toda la información que nos da, salimos a la calle en dirección al mercado donde nos ha recomendado que vayamos si queremos probar el pescado.

De camino pasamos por la oficina de turismo que esta en la misma dirección y Caracola, que nunca tiene suficiente información, recoge un montón de planos y papeles.

La chica nos cuenta sobre 2 miradores desde donde se puede ver la ciudad y el Estrecho de Magallanes y la isla de Tierra del Fuego. A parte, nos habla del cementerio, el museo Sara Braun, la esposa que llevo los negocios de uno de los primeros emprendedores, y la Plaza de Armas. Un poco lo que nos había dicho el chico un rato antes.

Llegamos hasta el mercado que esta situado frente al mar aunque no tiene muchas vistas la verdad.

El mercado está distribuido en 3 plantas. En la planta baja, están las tiendas como tal; pescaderías, carnicerías,… En la primera planta hay tiendas de souvenirs y como 6 o 7 pequeños restaurantes y en la segunda planta hay un único restaurante más amplio.

Miramos precios y nos decidimos por uno de los de la primera planta «Donde Juan» que es el que más lleno está.

Comemos un salpicón de centolla, merluza a lo pobre (con patatas y huevo frito) y congrio, también a lo pobre. Acompañado por un par de Austral Lager. Lo mejor, el salpicón y la cerveza. El pescado está bueno pero no es nada del otro mundo. Todo nos sale por 24.000 pesos. Esta bien, sobre todo porque las cantidades son enormes y lo pagaríamos más tarde.

Salimos con la intención de dar una vuelta por la ciudad y, ¿cuál es el mejor sitio para ir después de una comilona en la que te cuenta andar? Efectivamente, ¡el mirador del cerro!

Vamos subiendo hacia el cerro (de los cojones) y aunque no es para nada duro, la comida nos jode, así que vamos tranquilos, a nuestro ritmo. Cuando vemos una señora con andador adelantándonos nos preocupamos y aceleramos la marcha aún a riesgo de vomitarlo todo. ¡Hay que tener dignidad!

Llegamos al mirador y la plaza como tal esta en obras. ¡Su puta madre! ¡Tenemos que subir más arriba para ver algo! Menos mal que más arriba son 3 metros. ;)

La subida ha merecido la pena y desde allí vemos Punta Arenas con sus techos de colores, el estrecho e Isla de Fuego al fondo. El paisaje es precioso.

Tras deleitar nuestros ojos con las vistas y hacer equilibrios para que el viento no nos lleve, comenzamos nuestro descenso hacia el cementerio.

El cementerio está ubicado a la salida del centro y es famoso por ser uno de los mas «bonitos» de Sudamérica el caso e s que esta llenó de cipreses recortados en forma de campaña y de mausoleos enormes que ocupa(ba)n las familias adineradas de la región. De hecho, la entrada al museo es una donación de Sara Braun, y su entrada principal está cerrada pues es el mausoleo donde esta enterrada pues al parecer como condición a la donación estaba que solo su cadáver podría atravesar ese pórtico principal y de hecho tras su entierro, dejarlo cerrado. Los ricos y sus gilipolleces…

El cementerio como tal es curioso de ver por lo que decíamos de los mausoleos y la forma característica de los cipreses, pero también por la historia que aporta, donde vas viendo en las lápidas los distintos emprendedores y lo que fueron aportando a la ciudad. Como sí fuera una silenciosa clase de historia (que guapo me ha quedado eso ¿eh? Lo he copiado de la guía :P)

Tras la visita salimos en dirección al paseo marítimo con la intención de ver el estrecho y sentir el viento en todo su apogeo.

Antes de llegar ya empezamos a notar que el viento está más libre en la zona. Cuando llegamos al paseo nos damos cuenta. El viento sopla pero bien aquí. Como decía el chico del hostal, sí vienes a Punta Arenas y no hay viento entonces no estuviste en Punta Arenas. Nosotros hemos estado por una semana.

Caminamos por el paseo como podemos, unas veces a favor, otras en contra del viento, pero siempre medio zarandeados. La sensación mola.

Tras hacernos cuatro fotos con los distintos monumentos y vistas, pasamos por el hostal a hacer una parada técnica y volvemos a la calle. Estamos a punto de quedarnos (en el hostal se está calentito y cómodo) pero necesitamos un par de cosas y aún no hemos pillado el billete de autobús a Puerto Natales.

En Punta Arenas hay 3 empresas que ofrecen servicios de autobús: Pacheco, Fernández y otra que no recuerdo. Cada una tiene su propia «estación» y se reparten los horarios de salida. Por lo demás, los precios son casi los mismos, la misma duración y mismos buses.

Nuestra intención era salir a las 9 pero teníamos que ir a Fernandez que pilla bastante retirado mientras que Pacheco está al lado del hostal y sale a las 11. Al final cambiamos de idea e ir tranquilamente durmiendo un poco más y sin agobios.

El billete nos cuesta 5.000 por barba y tenemos que estar allí mismo como 10 minutos antes.

Tras hacer un par de compras damos un paseo penal calle principal a pesar de que comienza a lloviznar. Pasamos por delante de una chocolatería «Chocolatta» y nos metemos a sentir algo de calor.

El sitio es muy acogedor, rollo cabaña de montaña (la ciudad se presta) y nos pedimo un par de chocolates y un trozo de tarta especial de la casa que es de merengue italiano con crema y crema de castañas. Una puta bomba de azúcar vamos.

Estamos como 1 hora allí disfrutando y charlando hasta que comienzan a cerrar (8:30). Como ya empiezan a mirarnos mal, pagamos (9.000) y nos vamos a ver la Plaza de Armas que aún nos queda.

Durante la hora que hemos estado con nuestro chocolate la templara tira habrá bajado como 20 grados porque hace un frío del carajo (y hay que tomar sopas de ajo) y tenemos que ir andando rapidito para entrar en calor.

En la plaza se ven algunas mansiones espectaculares. Cualquiera diría que estamos en Europa. Los palacetes rodean la plaza. Ahora todos están reconvertidos en hoteles, oficinas gubernamentales o clubes exclusivos. En el entro un pequeño parque con árboles recortados en forma de setas o chupachups y unas farolas como lámparas estiló tiffanis, le dan un encanto al lugar.

Es hora de cenar y hemos visto que Trip Advisor recomienda varios sitios para comer algo rápido. Nos decidimos por el Kiosco La Roca que hace choripanes (¡soy muy fan de ese invento!) pero preguntamos a una chica que nos indica amablemente pero otra nos dice que ya estará cerrado. La primera que nos ve con cara triste nos dice que vayamos al Lomitos que también salía en TripAdvisor. ¡Gracias!

Tras sacar pasta (no cogen tarjetas) vamos al Lomitos donde básicamente es un frankfurt evolucionado. Como el Otto de Gran Vía en Barcelona.

Nos pedimos un lomito y una hamburguesa con palta (aguacate) y queso. Para beber, dos australes. (13.200 todo).

Esta vez probamos la Patagonico (Pale Ale) y la Calafate (Ale). Me convence la la Patagonico aunque no es «muy Pale». Le falta un poquito de sabor. La otra me deja un poco indiferente. Coño, al final gracias a mi cuñado Raul estoy empezando a entender un poco :)

Con la panza (más) llena (menudo día hoy) nos vamos al hostal donde nos espera una estufa y un vendaval. Escuchar el viento calentito es algo que mola mucho.

Después de algunos ruidos raros (como golpes y contenedores arrastrandose) que no sabemos sí vienen del hostal, del edificio de la lado o de la calle, nos quedamos dormidos bajo una montaña de mantas.

¡Hasta mañana!

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