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América Chile (2014)

Día 3. Isla de Pascua en coche

¡Buenos días excursionistas! Amanece en Isla de Pascua lloviendo como si no hubiera un mañana. En el horizonte se divisan claros que nos hace pensar que no durará mucho. ¡De hecho mientras escribo estas líneas acaba de dejar de hacerlo! Mientras Caracola inicia su rutina de ducha yo salgo en busca del desayuno que está en el salón contiguo a nuestra cabaña.

Mientras reviso las notas para ver qué visitamos hoy, una pareja sale de su cabaña en dirección al desayuno. Nos saludamos y digo esperando un par de minutos mas por Caracola.

Entramos a desayunar y en pocos minutos estamos hablando con la pareja que nos comentan como están haciendo ellos para visitar la isla. Son chilenos y nos dan un montón de consejos.

El primero, donde debemos alquilar el coche, junto a la farmacia Cruz Verde, donde conseguiremos un precio de 80.000 pesos por 3 días. Además aquí mismo compramos un libro que nos han recomendado y que básicamente sin el no nos hubiéramos enterado de casi nada de Isla de Pascua. Se llama «Descubriendo Isla de Pascua» y esta escrito por un escocés que vino a la isla cuando cumplió 19 años en el 2000 y desde entonces vive aquí promoviendo la cultura de la isla. Como siempre, tiene que venir alguien de fuera para que valores lo que tienes. Ains…

Nos comentan además sobre las rutas que hicieron y nos servirá para mucho en nuestro día. Muy majos la verdad :)

Tras el desayuno vamos en busca del alquiler al que tenemos que regresar después de decirnos que «solo cash» y debemos ir a sacar dinero al Banco Santander. Porque en Isla de Pascua solo hay dos bancos y uno de ellos es el Santander. ¡Ay, Botín que bien montado lo tenías!

Tras pagar al chico del alquiler, y recoger nuestro jeep que como nos habían indicado la pareja, no son nuevos ni están muy limpios pero total te hacen el mejor precio, salimos en busca de nuestra ruta.

El libro que comentamos es genial porque te indica las mismas excursiones de los tours de la isla y te da varias alternativas de 1 día o medio día, a parte de contarte un montón de curiosidades y anécdotas, como la del día que se fue la luz en el aeropuerto y el vuelo de Chile tuvo que aterrizar con los focos de los coches que había en la isla… ¡Acojonante! Si queréis más información del libro no dudéis en preguntarnos a o a Caracola. ¡Y si nos conocemos en persona nos lo pides que te lo dejamos!

Nuestra ruta de hoy es básicamente la costa este de la Isla desde Hanga Roa (la ciudad de Isla de Pascua) hasta el norte donde encuentras la playa de Anakena.

Nada más salir de Hanga Roa cogemos la carretera de la costa mientras que el libro recomendaba la del interior pero como somos CyO estas cosas siempre pasan. Así que vamos conduciendo por la costa mientras vamos dejando junto al mar distintos restos arqueológicos, muchos de ellos donde sólo están los Ahu (las plataformas sobre las que se ponían los Mohais).

De repente tras una curva aparece ante nosotros una gran explanada donde podemos divisar 15 Moáis sobre su Ahu. Se trata de Ahu Tongariki.

Como no hemos comprado la entrada al parque natural (30.000 por barba) dudamos de sí podremos entrar o no, así que rodeamos y vamos a ver desde lo que podría considerarse la salida. Realmente, es raro lo del parque nacional pues se supone que debes pagar 30.000 pesos chilenos para poder acceder a los recintos, pero no hay nadie. A parte de que a los nacionales les cuesta solo 10.000. El caso es que no te lo piden en ningún sitio (al menos de momento) y en cualquier caso hemos decidido que vamos a esperar a pillarlo porque no tenemos claro si nos sale muy a cuenta pues ya es todo bastante caro aquí. En cualquier caso la recomendación es «up to you» ;)

Entramos como digo por la otra entrada y podemos disfrutar de la visión de los 15 Moáis imponentes frente al mar, todos mirando hacia tierra. Esto es algo que había estado en duda del motivo durante muchos años. En realidad la explicación es sencilla. Los Moáis miran hacia la aldea que los levantaba. Por eso los que están junto al mar miran hacia dentro y los del interior hacia el mar. Al menos esta es la teoría reconocida.

El caso es que esta ubicación está muy recomendada para ver el amanecer que haremos uno de estos días.

Los Moáis se muestran imponentes y como no hay casi nadie disfrutamos rodeándolos y admirando su majestuosidad envuelta en el misterio de la isla que diría mi admirado Iker Jiménez.

Junto a la entrada descubrimos el denominado «Moái viajero» llamo así porque estuvo de visita en la exposición universal de Japón. Esto fue debido a que por lo visto Japón siempre ha mostrado un interés especial en Isla de Pascua, tanto que a mediados del siglo XX enviaron unas grúas para realizar el levantamiento de los 15 Mohais aquí ubicados y la devoción fue tanta que la compañía que cedió la grúa cuando está de rompió años más tarde volvieron a enviar una nueva. ¡Eso si que es atención al cliente!

Continuamos nuestro camino hacia Anakena bordeando la carretera de la costa disfrutando de unos acantilados impresionantes donde las olas rompen fuertemente.

Aparcamos el coche en un parking habilitado donde están los baños (1$USD) y el único kiosco de comida que se puede encontrar en este lado de la isla. Junto a él se está desplegando una especie de restaurante de madera que parece estar destinado a las hordas de turistas que deben llegar en los próximos meses.

Justo detrás está la playa. Arena blanca y rosa se mezclan frente a un mar azul intenso. Espectacular.

En la arena hay una plataforma (Ahu) con una serie de Moáis y un poco más arriba otro Moái solo que esta destacado por ser el primer Mohai que se puso de pie.

Una historia curiosa es que todos los Moáis que hoy en día están de pie es debido a la restauración por parte de arqueólogos ya que en un momento dado, no muy claro el por qué, los rapanui decidieron tirarlas y así es como están la mayoría de ellos, con la cabeza hacia el suelo. Las teorías dicen que esto era así ya que los Moáis representan a los jefes de las tribus y personas más importantes de la misma y eran erigidos por la creencia de su religión en la que el Maná que fluye en estas personas era fuerte incluso para afectar al futuro de la tribu una vez muertos. Todo este Maná fluía a través de los ojos y es por esto por lo que, o bien por guerras entre tribus o bien por haber dejado de creer en dicha influencia, los nativos las tiraban de cara al suelo para que sus ojos no pudieran ver y por tanto afectar a futuros designios.

Nos quedamos en la playa como un par de horas para disfrutar del paisaje y darnos un baño, aunque el día no acompaña demasiado, y sólo Caracola tiene el valor para sumergirse entera. Yo me limito a mojarme hasta la rodilla.

Con un par de sándwiches aprovechamos para hacer un picnic y ya salir comidos hacia nuestro nuevo destino, la playa de Ovahe que no es tan turística más que nada por su acceso.

Caracola que iba conduciendo llega hasta el camino de repente de encuentra con un camino de tierra con una pendiente bastante fuerte así que decide que prefiere que este trocito lo haga yo.

El acceso está con un poco de barro así que tengo que poner la reductora para tener tracción en las 4 ruedas y poder acceder bien.

El camino sube la montaña lateral de Anakena para llegar hasta una meseta desde donde se ve la playa más abajo y por supuesto todo el acantilado. Desde allí sale un camino que hay que continuar a pie. Desde dónde dejamos el coche divisamos la playa que estaba cubierta por el mar pues el oleaje era fuerte. Así el que disfrutamos de las vistas, hicimos como 100 fotos y retomamos el camino de vuelta en dirección a la cantera Rano Ranuko donde se esculpían los Moais antes de ser trasladados a su ubicación final.

De camino vamos parando en un montón de yacimientos «menores» donde se pueden apreciar Ahus con los Moáis caídos así como otras curiosidades como Te Pito Kura (el ombligo del mundo) donde a parte del Ahu existe una piedra pulida en forma de semiesfera totalmente pulida que la leyenda cuenta que llevo allí el primer rey de la isla y que estaba llena de Maná. Esto obliga a tocarla para ver sí de transmite algo de su Maná aunque las guías dejan bien claro que es un motivo arqueológico y que mejor no toquemos. Como en el resto de lugares, esta prácticamente desértico así que queda a vuestra elección. Nosotros obviamente la tocamos :P

Desde allí tomamos el camino hacia la cantera parando a ver algunos petroglifos con mucha importancia pero realmente poco que ver.

Por desgracia nos encontramos el camino cortado por obras y tendríamos que ir hasta Hanga Roa para tomarlo desde allí. Esto nos hace cambiar de opinión y decidimos ir hasta la llamada Cueva del plátano para do antes a ver los Moáis que miran hacia el mar.

Se trata de Ahu Akivi. Aquí hay 7 Moáis que efectivamente están mirando hacia el mar pero más allá de la leyenda, el sitio es diferente. Se trata de Moáis bastante antiguos y el ambiente que se respira es como más misterioso. Te deja «embrujado». Me hago a la idea que debe ser algo como Stoneage (o como se escriba). Lo fascinante es su posición astronómica y es que los Moáis apuntan en dirección a las salida del sol en los equinocios de Primavera y Otoño justo cuando el día dura exactamente lo mismo que la noche.

Seguimos hacia Ana Te Pahu y Ana Te Peu. La primera de ellas es la llamada normalmente cueva del plátano, una cueva donde habitaban los rapanuis de fácil acceso y que permite hacerte una idea bastante buena de como era la cosa. Al entrar en la cueva por los escalones si coges el camino de la derecha entras en una caverna bastante amplia que puedes recorrer como 500 metros pasando por dos aberturas superiores que iluminan un poco la cueva y luego continuando totalmente a oscuras. Caracola que es muy fan de su linterna de Scully (Expendiente X) que le regaló su jefe de ADIF que no funcionaba y luego resulta que es la mejor linterna del mundo. Un poco acojonados seguimos el camino y al final vislumbramos un poco de luz por donde efectivamente puedes volver a salir. Mención especial para la valentía de Caracola que hizo que siguiera porque yo estaba haciéndome el machote pero iba un poco asustado.

Desde allí vamos a Ana Te Peu, un asentamiento rapanui donde se pueden ver algunas construcciones. El camino es una mierda pero con el jeep y su 4×4 podemos hacerlo lento, pero bien.

Lo que hay que ver más bien son las vistas. Parece una montaña de Escocia, verde con el mar al fondo. Precioso.

Bastante cansadillos ya, decidimos regresa a Hanga Roa donde aprovechamos para pillar unas cervezas y algo de comer e irnos a disfrutar de uno de esos momentos especiales en cada viaje, charlando frente al mar oyendo las olas romper…

¡Hasta mañana!

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